10 trucos para consevar mejor los alimentos en el frigorífico

10 trucos para consevar mejor los alimentos en el frigorífico

Conservar los alimentos en buenas condiciones durante más tiempo es una gran ventaja. No solo ayuda a nuestra salud y al bolsillo, sino que también lo hace con el planeta.

Conocer algunos trucos para que el frigo sea nuestro gran aliado aún en las situaciones más difíciles (nevera llena, productos de corta vida, mezclas de olores, etc.) puede hacer una gran diferencia a la hora de prolongar la vida útil de los alimentos.

En este post vamos a repasar diez consejos básicos que será fácil retener para aplicar en el día a día. Todos están orientados a la conservación de alimentos en el frigorífico y, además de aumentar su durabilidad, su objetivo es tanto preservar sus cualidades organolépticas (las relacionadas con los sentidos: sabor, aroma...) como sus cualidades nutricionales.

Siguiéndolos la comida nos sabrá mejor y nos alimentará más, al tiempo que evitaremos tirar más comida de la estrictamente necesaria. Es más, con una buena gestión al respecto no deberíamos tirar nada de comida. ¿Es eso posible? Simplemente, hagámoslo posible con astucias como éstas:

No llenarla en exceso

Las neveras que están a rebosar tienen dos inconvenientes y una ventaja. Además de la comodidad que supone, la parte positiva es la menor huella de carbono que implica ir dos veces a comprar o que el camión que nos trae el pedido a casa tenga que hacerlo en más ocasiones. Lamentablemente, sin embargo, poco más hay que celebrar.

Además de que la nevera tendrá más problemas para mantener una determinada temperatura, es decir, gastará más energía, el aire también circulará con gran dificultad. Es decir, un mayor consumo energético y una peor conservación de los alimentos. Como ocurre con tantas otras cosas, en el término medio hallaremos la virtud.

¡Embalajes fuera!

Pizzas, yogurs, carne, pescado, huevos o fiambre envasados en bandejas, entre un sinfín de productos que se venden en embalajes de cartón, poliestireno, plásticos y otros materiales deben desnudarse para entrar en la nevera. Algunos volveremos a introducirlos en contenedores, esta vez en tuppers (mejor de vidrio por visibilidad e inocuidad) o en queseras, pongamos por caso.

Mejoraremos la seguridad higiénico sanitaria de nuestro frigorífico, pues los envases conllevan una contaminación por contacto durante el transporte y manipulación, al tiempo que aligeraremos la nevera. El aire circulará mejor y consumiremos menos energía.

¿Refrigeramos los huevos?

Los huevos no están refrigerados en la tienda, pero nosotros debemos hacerlo. La razón es sencilla: en el súper se mantienen a temperatura ambiente para evitar gastos y no someterlos a un cambio brusco de temperatura cuando el consumidor se los lleva.

En todo caso, si preferimos la huevera de toda la vida, consumámoslos de forma rápida. Unos días aguantarán sin problema, pues el principal problema de los huevos son los altibajos de temperatura. Su embalaje, las típicas hueveras, son un foco de polución, y lo mismo cabe decir de la cáscara. No los lavemos antes de consumirlos ni al guardarlos. Su superficie es porosa y estaríamos introduciendo la suciedad en el interior del mismo.

Nevera bien limpia

Mantener la nevera higienizada es obligatorio si queremos reducir la carga de patógenos de su atmósfera y superficies. Bastará con hacer una limpieza profunda una vez al mes y cada vez que un producto se pase. El bicarbonato mezclado con agua, el vinagre y el limón son productos verdes muy eficaces para mantener a raya microorganismos.

Cuidado con la mantequilla

La mantequilla dura mucho tiempo sin problemas. Sin embargo, su aroma puede verse afectado seriamente si no está bien guardada. Si queremos evitarlo, conservémosla en un envase hermético. Será mucho más eficaz que el simple envoltorio de papel o que colocarla, tan bonita ella, sobre un plato. De este modo actuará de esponja y absorberá olores y polución a mansalva. A no ser que queramos una mantequilla con aroma a sardinas o ajo, será mejor taparla.

¿Dónde guardar los quesos?

Fuera embalajes, y adentro de la quesera. Con los quesos ocurre algo similar a la mantequilla. Absorben olores y pierden cualidades organolépticas en cuestión de horas. Además, así evitaremos que se reseque si la nevera es no frost.

¿Qué hacemos con el pescado?

El pescado debe guardarse por separado, en la zona más fría. Los frigos mínimamente modernos suelen tener un espacio dedicado a ello que resulta muy práctico. Evitaremos olores y contaminaciones cruzadas si empleamos recipientes cerrados.

¿Y la carne?

Al igual que el pescado, es un producto fresco de corta vida, que precisa más frío que el resto de los alimentos. También estará mejor en su tupper. Si refrigeramos la carne o el pescado una vez cocinados, podemos guardarlos en una zona de la nevera menos fría. Prevengamos el contacto entre comida cruda y cocinada y evitaremos contaminaciones cruzadas.

Fruta y verdura, bien aireadas

Dentro de la nevera, frutas y hortalizas no deben apilarse para maximizar su duración. De este modo, el aire circulará mejor. Por lo tanto, menos cantidad será mejor.

Tengamos en cuenta que las frutas pueden aguantar fuera de la nevera durante un buen tiempo. El plazo dependerá del tipo de fruta de que se trate, pero todas ellas acabarán por perder su cualidad nutricional si están demasiado tiempo fuera. El frío nos ayuda a controlar la proliferación de patógenos, por lo que hemos de encontrar un equilibrio entre su conservación fuera o dentro de la nevera.

Algunas frutas como la piña, plátanos y otras fruta típicamente tropicales sufrirán más dentro del frigo y, en general, muchos tipos de fruta perderán sus cualidades organolépticas en la nevera. Lo harán de forma progresiva, con lo que podemos ajustar las cantidades que compremos a sus tiempos de maduración y consumo.

Los tomates, un caso aparte

Si queremos que los tomates sepan a tomates, no abusemos del frío. El plan ideal sería dejarlos fuera de la nevera. Aguantarán perfectamente durante unos días. Dependerá de lo maduros que estén y de la temperatura y condiciones de conservación de la alhacena o frutero, pongamos por caso, pero por lo general aguantan perfectamente si hacemos una compra semanal.

¿Pero, por qué los tomates son un caso aparte? Botanicamente son una fruta, no una hortaliza, y en la práctica eso significa que requieren unas condiciones especiales de conservación. Si los introducimos en la nevera perderá fácilmente su sabor y aroma. Por el contrario, dejémoslos a temperatura ambiente y así los disfrutaremos. Sobre todo, sería una pena no hacerlo cuando son ecológicos, por lo general mucho más olorosos y sabrosos...

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