5 proyectos de reciclaje contra la pobreza

5 proyectos de reciclaje contra la pobreza

Reciclar no es de pobres, como aún puedan creer algunos. El reciclaje, actualmente, es una necesidad. Hacerlo significa apostar por la sostenibilidad, es decir, por un mundo con futuro. Pero no solo eso, porque el reciclaje también puede convertirse en la tabla de salvación para salir de la pobreza o, al menos, para sobrellevarla mejor.

A bote pronto, se me ocurren dos maneras de hacerlo: a través de políticas públicas o mediante iniciativas privadas. Lamentablemente, la pobreza y las políticas de reciclaje tienen pocos ejemplos prácticos.

Reciclar jabones usados

En Haití encontramos una iniciativa puesta en marcha por la sociedad anónima Anacaona, empresa de reciclaje de jabones que ha ideado el modo de reducir desechos y dar trabajo a muchas mujeres que se encuentran en situación de vulnerabilidad.

La idea es muy sencilla: se reciclan los jabones que, prácticamente sin uso, se dejan los huéspedes de los hoteles de lujo del país. En concreto, ya son 25 los hoteles que colaboran con dicha actividad. Para ello, se recogen los trozos usados para su reciclaje, y a cambio reciben los que han sido reciclados.

El proceso cumple las condiciones higiénico sanitarias necesarias, con lo que los jabones se desinfectan, para rallarlos y fundirlos después. Finalmente, se vuelven a obtener jabones listos para su uso.

Viviendas sociales con ladrillos reciclados

Conceptos Plásticos, una empresa colombiana de corte solidario, ha creado unos ladrillos de plástico reciclado cuya forma facilita su ensamblaje para construir viviendas de forma rápida y económica. Otro ejemplo de solidaridad con los más necesitados, al tiempo que se cuida el medio ambiente.

El coste de una vivienda de unos 40 metros cuadrados rondaría los 4.500 euros. Una casa media necesita unos 1.300 ladrillos, cuya fabricación significa dar salida a desechos plásticos, que se muelen, aglutinan, funden y, finalmente, extrusionan.

Actualmente, están haciendo viviendas para ONGs o a personas que pueden costearlas, ya que son realmente económicas. Si se recoge plástico para ayudar a hacer ladrillos también se colabora con la iniciativa, abaratando el costo final.

Reciclar zapatillas de deporte usadas

En este caso se trata más de una reutilización que de un reciclaje. El proyecto ha sido promovido por el Instituto secundario Europeo de Madrid, impulsa la campaña solidaria #RUNCYCLE, que con la colaboración de Runnics y otras organizaciones.

Finalizó ayer mismo, el 20 de junio y ha consistido en la recolección de zapatillas de deporte usadas para darles una segunda vida en los pies de jóvenes y niños de Mozambique. Además, se acompañan los zapatos de dibujos y cartas personalizadas por parte de niños que colaboran en tan bonita iniciativa.

Aunque sea inevitable desear que pronto esos niños puedan comprarse con su propio dinero unas zapatillas de deporte. Se como fuere, muchos pequeños de aquel país las agradecerán y recibirán con tanta alegría como si fuesen nuevas.

Objetivo: reciclar el agua

En este caso, el proyecto es un desideratum. Es decir, todavía no se ha realizado, pero se reclama como medida para ayudar a personas que no tienen agua potable en sus domicilios. Juan Javier Carrillo Sosa, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recuerda que una de cada diez mexicanos no tiene acceso a la misma.

En numerosas partes del mundo, como es bien sabido, el agua potable también es un lujo inaccesible para muchos. Un problema de primer orden cuya solución ayuda a combatir la pobreza, como bien recalca el experto.

Conseguir que el agua esté disponible para todos, a su juicio, exige su reciclaje. No todos los casos son iguales, pero propone hacerlo habida cuenta de que no se distribuye de forma equitativa y de la disponibilidad irregular en función del lugar y momento. Sobre todo, aludiendo a las desigualdades que existen en su país con respecto a su distribución.

Para mejorar la situación, propone invertir en infraestructuras que ayuden a su reciclaje, concretamente al tratamiento de aguas residuales, así como a la captación de aguas pluviales. Sin duda alguna, hacerlo ayudaría a combatir la pobreza, así como a conservar el medio ambiente.

Bolsos a partir de bolsas de plástico

Esta iniciativa comenzó en Chamcar Bei, una localidad de la provincia de Kep, en la costa de Camboya, y actualmente se ha extendido también a otros municipios cercanos. La clave del éxito no es otra que haber logrado una materia prima gratuita con la que poder tejer accesorios de moda, como bolsos.

Por si fuera poco, además esa materia prima se transforma para su uso de un modo eco amigable, pues sencillamente se trata de convertir las bolsas de plástico que hay en las calles en ovillos con los que poder tejer. Por supuesto, la actividad misma de recoger los desechos supone un cuidado ambiental de gran valor. A la postre, el resultado son ciudades más limpias y una oportunidad laboral para personas que se encuentran bajo el umbral de la pobreza.

Conclusiones

El objetivo, sin embargo, tiene una razón de ser que concuerda con las tendencias en política europea y también global. De nuevo, la palabra sostenibilidad es la clave, así como las políticas inclusivas, que ayuden a la población marginada a dejar de serlo.

En suma, sería una manera de hacer converger la sostenibilidad económica y ambiental haciendo justicia social. Un campo en el que aún estamos en mantillas, pero que los signos de los tiempos llevan a ello, de igual manera que va abriéndose camino la fórmula del Comercio Justo.

Pero estas políticas son la excepción. Reciclar y combatir la pobreza es un binomio con un gran potencial al que todavía no se le ha empezado a sacar provecho. A nivel privado, sin embargo, los proyectos sí proliferan, como vamos a ver a continuación. En cuenta gotas, es cierto, pero cada iniciativa es digna de celebración y, por qué no, también un ejemplo que podría cundir.

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