Características de los animales salvajes y domésticos

Características de los animales salvajes y domésticos

Antes de la llegada del ser humano, los animales eran libres por naturaleza. La domesticación de los animales hizo que su aspecto físico y su carácter comenzasen a cambiar generación tras generación. Ejemplo de estos son los perros y los gatos, que actualmente viven con nosotros como animales domésticos. Es importante conocer las semejanzas y las diferencias entre los animales salvajes y los animales domésticos, sobre todo para poder explicarlo a los niños que aprenden sobre su entorno y son nuestro futuro. Por ello, en este artículo de EcologíaVerde repasamos las características de los animales salvajes y domésticos.

Selección natural y adaptación al entorno de los animales salvajes y domésticos

Las diferencias entre estos animales están en la adaptación de sus funciones. La capacidad de adaptación al entorno que les rodea es lo que define a los seres vivos del planeta, es un proceso de evolución, y la domesticación de los animales implica una adaptación diferente frente a los animales que viven de forma salvaje.

Pero antes de considerar esta cuestión, debemos hablar primero de lo que distingue a un animal que vive de forma salvaje y eso es su actitud y su aspecto general. Aunque no se puede hablar de todas las especies, sí que se pueden valorar algunos aspectos comunes entre ellos.

Lo primero que podemos destacar en la actitud de los animales salvajes es su cautela al acercarse a nuevos elementos. Esto es debido a que puede ser algún depredador a alguna distracción que puede dejarlos vulnerables ante los depredadores. Los animales domésticos no presentan actitud de cautela a un nivel tan elevado, ya que en su entorno no están habituados a tratar con depredadores.

La apariencia física de un animal salvaje también destaca frente a la de un animal doméstico. Esto se debe a que la mayoría de los animales domésticos usan su pelaje y su piel para camuflarse con su entorno para poder acechar a las presas, en el caso de depredadores. En el caso de animales que no son depredadores, pueden usar el camuflaje para pasar desapercibidos o tener colores que les den una apariencia de peligro contra los depredadores. Por ejemplo, una especie puede ser venenosa y demostrarlo mediante colores vivos. Estos colores "peligrosos" también pueden ser simulados por animales que sobreviven engañando al resto. En el caso de los animales domésticos la apariencia física ha ido modificándose más, reduciéndose este factor de camuflaje en muchos casos y cambiando su aspecto de la mano del hombre, pues los hemos criado según nuestras preferencias para mejorar características físicas, según la función que le damos.

Domesticación de los animales y adaptación

Los primeros animales que fueron domesticados por el hombre fueron los perros, salvajes en aquél tiempo. Se cree que esto ocurrió en el momento en que un hombre se acercó a su especie, compartiendo su comida con un cachorro joven o un individuo adulto. Este proceso fue repetido hasta que perdieron el miedo hacia nuestra especie. El resultado de años de evolución tras este proceso fueron las distintas especies de perros domésticos, aunque hoy e día también hay perros salvajes. Pero este proceso no solo se hizo con perros, sino que también fue posible hacerlo con gatos salvajes y animales de granja.

Al contrario que los animales salvajes, los animales domésticos van perdiendo esa característica de libertad y curiosidad que tienen los salvajes y tienden a no alejarse demasiado de los seres humanos. En cuanto a su pelaje, este va perdiendo el tono rústico con el que se adapta al terreno para dar lugar a tonos más variados. También como adaptación pueden reducir sus tamaños o modificar partes de su cuerpo para adaptarse mejor al entorno en el que viven junto al ser humano. Por ejemplo, hay perros de menor tamaño, algunos criados expresamente y otros como adaptación lenta pero clara a vivir en pisos o apartamentos cada vez más ajustados en las ciudades, en vez del campo abierto. Estas adaptaciones se van transmitiendo a través de las generaciones, por lo que se perpetúan los cambios en el tiempo.

Pero, no solo cambia el aspecto de los animales domésticos, sino que también se modifica la actitud de los animales domésticos enfrente a la de los salvajes. Así, los animales domésticos demuestran una caída en su agresividad hacia los seres humanos y hacia otros elementos, sean vivos o no. Incluso, algunas razas pueden exponer una actitud más infantil, lo que aumenta su potencial como animal de compañía. Por ejemplo, aquí puedes ver Las mejores razas de perros para los niños.

Principales características de los animales salvajes y domésticos que los diferencian

En conclusión, se puede decir que los animales salvajes son más agresivos y están más adaptados al entorno que los rodea, mientras que los animales domésticos se han adaptado a las funciones que el ser humano les ha dado generación tras generación.

Así, por ejemplo los perros son los leales compañeros del ser humano y son capaces de cumplir cada una de las órdenes que se les dan, llegando a poder disfrutar de una relación única si se les trata como compañeros y no como herramientas. En el caso de aves, suelen ser criadas como fuente de alimento de rápido y fácil acceso, así se evita un entorno salvaje y el proceso de la competencia por la cacería.

De esta forma, cada especie se adapta a la distinta función que tiene en el ecosistema y los humanos hemos modificado varias para nuestro beneficio, en cambio otras han surgido como si fueran una simbiosis, como el caso de los gatos domésticos que fueron ellos los que se acercaron desde el primer momento a los asentamientos humanos porque les resultaba más fácil encontrar alimento.

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