Cómo saber si un producto de cosmética natural es original o Greenwashing

Cómo saber si un producto de cosmética natural es original o Greenwashing

El 90% de los consumidores tiene en cuenta la sostenibilidad cuando compra productos de belleza[1]. Ya se ha convertido en costumbre el pararse frente a cualquier estante, coger un producto y revisar tanto los ingredientes como el tipo de envase. Palabras como “natural”, “ecológico”, “bio”, “sostenible” o “vegano” tratan de llamar nuestra atención y se han convertido en ventajas comerciales. Sin embargo, ¿sabemos realmente qué estamos comprando cuando elegimos un cosmético?

El principal problema es la falta de regulación. Actualmente, existe una legislación para los productos cosméticos que cubre aspectos como la seguridad y el etiquetado, junto con un reglamento que describe seis criterios comunes para las declaraciones de productos. Sin embargo, y a diferencia de lo que sucede en el sector alimenticio, no existe una normativa o un criterio armonizado que defina claramente qué se entiende por términos como “natural” o “ecológico” en lo que a cosméticos se refiere.

Esta laguna legislativa tiene una consecuencia evidente: el greenwashing (o lavado verde). Se trata de una mala práctica comercial en la que se utilizan palabras exageradas, difíciles de verificar o directamente falsas para bajo una imagen ilusoria de responsabilidad ecológica que, en realidad, es inexistente. Cuando los consumidores compran, necesitan herramientas reales, útiles, que les ayuden a tomar una decisión informada. Con esto como contexto, ¿cómo podemos saber que no estamos siendo engañados?

En este artículo de EcologíaVerde y NATRUE te explicamos cómo saber si un producto de cosmética natural es original o greenwashing.

Como consumidor, ¿cómo puedo saber qué logo es fiable?

Los consumidores quieren que sus productos sean más respetuosos no solo con su piel, sino también con el planeta, pero no saben por dónde empezar. La Coalición de Belleza Sostenible (SBC) del British Beauty Council abordó esa preocupación y lanzó la Planet Positive Beauty Guide, una guía para ayudar a reconocer fácilmente los logotipos que aparecen en el mercado. El manual ofrece sencillas definiciones de los términos más utilizados en la industria cosmética -como “microplástico”, “sintético”, “reciclable”, “zero waste”, “ético” o “huella de carbono”– y ofrece ejemplos de etiquetas y certificaciones que garantizan dichas afirmaciones.

¿Y qué puedo hacer como productor?

En 2021, un estudio de NATRUE identificó que los consumidores no siempre pueden, y sin ambigüedades, hacer una distinción clara entre los cosméticos naturales (por ejemplo, los que están certificados) y los cosméticos inspirados en la naturaleza (una mezcla indefinida de ingredientes naturales y sintéticos); por lo que se corre el riesgo de ser engañado por campañas de marketing.

Precisamente aquí es donde entran en juego los estándares privados. La autodeclaración del fabricante no es suficiente; hace falta algo más, una garantía, algo que diga si esa autodeclaración es cierta o no. Una solución es optar por certificar según estándares bien establecidos, reconocibles y transparentes, como el desarrollado por NATRUE, que establece estrictos criterios de etiqueta.

Hay varias etiquetas… ¿cuál elijo?

No todas las etiquetas siguen los mismos criterios. Para poder diferenciar entre una autodeclaración y una etiqueta real, el primer paso es definir nuestros intereses. Puede sonar complicado, pero no lo es: la clave está en preguntarse a uno mismo qué tipo de producto está buscando y qué características quiere que tenga o cumpla el cosmético que desea.

En NATRUE creemos que debe optarse por una certificación que venga de una organización sin ánimo de lucro, voluntaria y certificada por terceros autorizados. ¿Por qué? Si una misma persona establece los criterios y se encarga de ver si se cumplen, puede haber conflicto de intereses; en cambio, la cosa cambia si una persona elabora unos criterios, y otra, ajena e independiente a la anterior, se encarga de verificarlo. Esta segunda opción suena más transparente, ¿no? No se puede ser a la vez juez y jurado.

NATRUE es una asociación sin ánimo de lucro que elaboró una norma internacional -el estándar de NATRUE– que, desde 2008, establece criterios estrictos para dos tipos de cosméticos: naturales y ecológicos. Una tercera parte independiente se encarga de revisar si los productos cumplen con la norma. Si se cumple, se otorga la etiqueta; si no, no. Sin excepciones. De esta manera el consumidor puede estar seguro de que todos los productos que llevan el logotipo de NATRUE son lo que dicen ser.

Además de la certificación, ¿qué más puede hacer la industria cosmética?

Sin duda, la solución pasa por combinar varias acciones; entre ellas:

  • Responsabilidad: la sociedad está cada vez más concienciada e informada; y demanda productos que sean lo que dicen ser. Como marca, no trates de seguir una tendencia si no la cumples. Honestidad ante todo.
  • Predicar con el ejemplo: la industria debe unir fuerzas e impulsar buenas prácticas.
  • Invertir en lo que importa: mayor inversión en innovación verde y sostenible como parte de la política de empresa.
  • Legislación: una normativa que establezca no solo definiciones sino criterios y métodos para su aplicación y mecanismos de control.

Estamos viviendo un momento vital para la cosmética natural y ecológica. La demanda de los consumidores genera una clara oportunidad para desarrollar materias primas y nuevos productos con un enfoque en innovación natural, renovable, circular y sostenible respaldado por la química verde y por la certificación. ¡A por ello!

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Referencias
  1. ‘Skin Deep Beauty’ – Provenance. Disponible en: https://www.provenance.org/news-insights/new-provenance-report-explores-sustainable-beautys-trust-problems