Consumo local: qué es y su importancia

El consumo local podría entenderse como una nueva corriente socioeconómica que ha modificado por completo el comportamiento de los consumidores y del comercio, así como nuestra relación con el entorno natural del que vivimos. Se trata de un modelo de consumo responsable o consciente, contrario al consumismo, centrado en la satisfacción de aquello que es estrictamente necesario a fin de mejorar el bienestar de las generaciones presentes y futuras. Un modelo, por tanto, sostenible y en el que sí importan los posibles impactos ambientales y sociales derivados de la cadena de producción, transporte, distribución y consumo.

Centrándonos en el contexto alimentario, con el fomento del consumo de proximidad o Km0, calidad y de productos de temporada (en pequeñas carnicerías, pescaderías, verdulerías, panaderías, ultramarinos, etc. del lugar en el que vivimos), esta alternativa permite compatibilizar e integrar el desarrollo económico de los territorios, con la conservación de la naturaleza y el progreso socio-cultural. Garantizando así la seguridad y soberanía alimentarias y logrando que el consumo local sea equitativo y saludable.

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El consumo local ha cobrado mucha fuerza en los últimos años, pero, ¿por qué? ¿Qué hace que este modelo de comercio sea cada vez más relevante? ¿cuál es la importancia de consumir productos locales?

Para responder estas preguntas es imprescindible fijar la atención en los múltiples beneficios del consumo local, algunos de los cuales son:

• La compra directa al productor estrecha distancias con el consumidor. Esto implica: la desaparición de la figura de intermediarios y, por tanto, de la inflación del coste de los productos alimentarios; la consecuente eclosión del comercio justo, que construye relaciones de confianza entre consumidores-productores y que se caracteriza por el pago real del trabajo realizado por estos últimos; así como una mayor transparencia y control de los productores en el proceso de producción, que incrementa el placer y valor de uso en los consumidores (Gineis y Papaoikonomou, 2015).
• Favorece el trabajo de los productores del entorno más inmediato, aumentando su capacidad de competencia y fortaleciendo, mediante el consumo de productos de proximidad, la economía local y la identidad sociocultural de aquello que se considera propio en el territorio que vivimos o hemos nacido. Lo que, en consecuencia, da lugar a la formación de comunidades más resilientes y autosuficientes.
• Ofrece, por tanto, un tejido comercial rico y variado, capaz de responder a la diversidad de prácticas alimentarias.
• Las cadenas cortas de agroalimentación son más respetuosas con el medio ambiente, ya que reducen los niveles de contaminación y fomentan el ahorro energético relacionados con el transporte y el procesamiento de los alimentos a nivel mundial. Asimismo, respetan la estacionalidad de los productos, fortaleciendo las dietas equilibradas y nutricionalmente adecuadas, basadas en el consumo de alimentos naturales, de mayor calidad, poco procesados y no transgénicos de tipo dañino para la salud.
• De acuerdo con la FAO y los ODS, el comercio local, capaz de entretejer economías locales diversas, productivas, resistentes y sostenibles, contribuye a la erradicación de la pobreza, permitiendo el desarrollo socioeconómico de las comunidades con menos recursos y más vulnerables.

El poder de las cadenas de supermercados, entre más factores, ha empujado en los últimos años al consumo local a buscar nuevas formas de publicidad y venta para llegar a la ciudadanía. A continuación se muestran algunas de las estrategias que han resultado imprescindibles para promover el consumo local o de km0:

• Incorporación del servicio de entrega a domicilio.
• Realización de pedidos online o por teléfono.
• Visibilización de los comercios a través de redes sociales, banners o la prensa.
• Desarrollo de cooperativas alimentarias que hacen frente a los problemas de relevo generacional y despoblamiento rural.
• Formación en consumo responsable y economía solidaria a los agentes locales y a la ciudadanía en general a través de talleres o campañas informativas y de sensibilización.
• Impulso de la creación de huertos urbanos en barrios, pueblos y ciudades, a través de las instituciones públicas, como son los ayuntamientos, los colegios.
• Valorización de los productos locales a través de las denominaciones de origen, reforzando la identidad de los mismos y pudiendo hacer frente así a los mecanismos de comercio global.
• Bonificación económica a los comercios comprometidos con la producción y el consumo de alimentos ecológicos.

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