Cultivar la parra virgen

Cultivar la parra virgen

Al género Parthenocissus pertenecen diversas plantas trepadoras provistas de zarcillos, caducifolias y lignificadas, que se cultivan por su follaje, de color verde profundo, que adquiere bellos tonos rojizos durante el otoño.

La enredadera de Virginia, como se conoce también a la parra virgen, presenta hojas compuestas, es decir, formadas por piezas independientes llamadas foliolos. Según el número de éstos tenemos Parthenocissus quinquefolia, con cinco por cada hoja, que necesita de una espaldera donde sujetarse y Parthenocissus tricuspidata, con tres foliolos, que trepa por las superficies sin ayuda.

Características de la parra virgen

La parra virgen crece con vigor y rapidez, por lo que suele utilizarse para cubrir fachadas y muros. Además, proporciona sombra y frescor en los días más calurosos del verano. Podemos cubrir con ella pérgolas, celosías, cobertizos y cualquier otra estructura o dejar que se extienda por el suelo como cubierta vegetal.

Aunque procede de Norteamérica, China y Japón, se adapta muy bien a todos los climas y sólo exige un terreno bien drenado para evitar que los hongos se apoderen de ella.

Cuidados básicos de la parra virgen

Aunque admite el sol, el color de las hojas gana en intensidad si está en semisombra o incluso en sombra total. Es ideal para plantarla en una pared orientada al norte o al este. Su plantación se puede realizar tanto en otoño como en primavera.

La ubicaremos en hoyos profundos, de 50 por 50 centímetros, a los que conviene añadir mantillo, materia orgánica descompuesta o abono para que se asiente más fácilmente tras el transplante.

Podar la parra virgen

La parra virgen es una planta que, al principio, no necesita de mucha poda. En los primeros años conviene cortar algunos brotes para estimular el crecimiento de ramas y asegurarse de que la pared queda cubierta de manera uniforme.

Una vez establecida sólo hay que recortarla de vez en cuando, en cualquier época del año, para controlar su crecimiento exuberante e impedir que invada los marcos de las ventanas o puertas. Procuraremos no podar hasta las ramas leñosas viejas, porque difícilmente producirán brotes nuevos.

Hay que tener cuidado de despegar de los soportes sólo aquellos tallos que vayamos a descartar ya que, una vez desprendidos, no pueden sujetarse en el mismo punto.

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