Orina como abono ecológico para la agricultura y jardinería

Orina como abono ecológico para la agricultura y jardinería

La reutilización de la orina humana para su uso como fertilizante en la agricultura y la jardinería es algo que cada vez se hace más. Aunque antiguamente ya se usaba como abono o fertilizante, hoy en día las grandes innovaciones en ecología nos ayudan a poder usarla de forma más efectiva y con grandes resultados. Además, el uso de la orina como abono permite ahorrarnos los fertilizantes en los jardines y los campos de cultivo.

En este artículo de EcologíaVerde repasaremos varias iniciativas curiosas basadas en el uso de la orina como abono ecológico para la agricultura y jardinería.

La orina es un abono orgánico, barato y eficaz

En realidad, la cosa no tiene misterio alguno. Puesto que la orina es un desecho orgánico, puede utilizarse como fertilizante orgánico. Sin embargo, hay peros. Por una parte, es cierto que contiene nutrientes que son útiles para las plantas, en especial el nitrógeno y ácido úrico o potasio, magnesio y calcio, entre otros.

No obstante, a su vez, contiene restos de medicamentos. De hecho, la composición de la orina varía en función de otros muchos factores, como la dieta, posibles enfermedades o el tipo de agua que ingerimos y, en lo que respecta a los microbios, tiene menos que la saliva o las heces.

Además, si se almacena aumenta el pH y minimizaremos los agentes patógenos. ¿Entonces, podemos usarla tal cuál, y así obtener un fertilizante barato y eficaz? Aunque si procede de una persona sana es utilizable, pues no tiene virus o bacterias y es biodegradable, es mejor saber cómo hacerlo.

Qué dice la ciencia sobre la orina como abono ecológico

En efecto, el uso de la orina como fertilizante de las plantas es una práctica ante la que no se ponen peros, salvo cuando se contamina en su recolección o almacenamiento, pongamos por caso. Actualmente, por ejemplo, los estudios buscan determinar si existen determinados restos de medicamentos que puedan acabar llegando a los alimentos y, por lo tanto, entrar en la cadena alimentaria.

Al margen de estos aspectos, puesto que se considera un abono seguro, incluso la Organización Mundial de la Salud cuenta con directrices para su uso en la agricultura y proliferan los experimentos y proyectos no solo en huertos urbanos o jardines privados, sino también en cultivos intensivos y en jardines públicos.

Eso sí, con respecto a estos últimos, se agradece la contribución ciudadana realizada a través de urinarios públicos. En Ámsterdam lo tienen claro: su alcaldía se ha propuesto recolectar la orina de sus habitantes para abonar jardines y tierras agrícolas.

El uso de grandes cantidades de orina procedentes de muchas personas precisa de un tratamiento especial. Por lo general, se almacena a temperaturas altas durante varios meses para generar amoniaco, con el aumento del pH al que aludíamos. Es así como se reducen los patógenos, y los resultados pueden ser muy satisfactorios.

Un grupo de ambientalistas de Vermont, en Estados Unidos, llevaron a cabo un proyecto con el Rich Earth Institute para su uso en unos cultivos de heno que pertenecía a una granja. Con la orina de más de 170 voluntarios se llenaron cisternas y se sometió a este tipo de tratamiento. El objetivo era aprovechar sobre todo el nitrógeno y fósforo que obtenemos de los alimentos para devolverlos de nuevo al campo, evitando gastar grandes sumas de dinero en fertilizantes sintéticos.

Al tiempo, claro está, se hace un ecogesto que bien vale la pena, pues la orina se aprovecha como abono y no contribuye a aumentar las aguas grises, otra fuente de contaminación y desórdenes en los ecosistemas. De hecho, al ser muy alta en fósforo y nitrógeno, la orina resulta muy contaminante si antes no se ha tratado como comentábamos.

Entre otros efectos negativos del exceso de orina no tratada, por ejemplo en las aguas grises, destacamos que hace que crezcan las algas en los ríos, desequilibrando los ecosistemas de forma terrible. Un problema ambiental que se evita, y un beneficio agrícola que se consigue. En este proyecto, finalmente, se observó un importante aumento de la productividad.

Consejos sobre cómo usar la orina como abono ecológico

Si queremos usar orina humana en el jardín o huerto, las recomendaciones más habituales se refieren a su dosificación. Además de vigilar que procedan de personas saludables, es importante hacerlo solo a nivel casero.

Lo incorporaremos al suelo, mediante riego. Evitemos la aspersión, pues las partículas quedarán en el aire y será desagradable, además de perderse parte del nitrógeno. A su vez, mejor diluirla, una quinta parte en plantas adultas y una décima parte para plantones o semillas.

A parte de fertilizar, puede utilizarse como fungicida y para acelerar el compostaje. Eso sí, antes de lanzarse sería recomendable documentarse sobre el tema recurriendo a manuales y guías sencillas que orienten sobre los distintos supuestos.

En todo caso, si se hacen las cosas bien, su riesgo microbiológico es muy bajo, podemos producir buenas cantidades, si bien se precisa de un equipo tecnológico para su conservación. Un buen recurso para pequeños agricultores y, cómo no, para una agricultura más sostenible.

Tengamos presente que idealmente debería pasteurizase si queremos usarla en cultivos agrícolas y también recordar que el mejor momento de aplicarla es un mes antes de la cosecha, según recomienda la OMS.

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