Seis maneras de cuidar el medio ambiente

Seis maneras de cuidar el medio ambiente

El medio ambiente es esencial para la vida, nuestro hábitat y condición necesaria para vivir y sobrevivir los seres vivos, incluyendo flora, fauna y seres humanos. Cuidar el entorno, preservar el equilibrio de los ecosistemas y no despilfarrar recursos básicos es una tarea de todos que podemos realizar fácilmente aportando nuestro granito de arena de forma cotidiana.

No solo se trata de reducir la huella de carbono o de hacer un uso responsable de recursos básicos, como el agua o los alimentos, sino también de practicar un estilo de vida eco-amigable en general. ¿Cómo hacerlo? Es muy sencillo, hay diez aspectos que debemos cuidar para hacer una pequeña-gran diferencia fácilmente, sin necesidad de hacer cambios radicales.

Una alimentación eco

Comer siguiendo principios ecológicos básicos es más fácil de lo que pueda parecer. Si bien la dieta orgánica es muy recomendable, no siempre es fácil que la dieta lo sea íntegramente. Pero no hay por qué preocuparse. Si el presupuesto no nos llega para tanto, hacerlo parcialmente también suma puntos verdes.

Nuestra salud y la del planeta nos agradecerá que, por ejemplo, consumamos legumbres bio (comprarlas secas y en formatos grandes abarata el precio) o aquellos vegetales que normalmente están más cargados de pesticidas, como las patatas, cebollas, ajo, apio, fresas, manzanas o melocotones. En su caso introducirnos en grupos de consumo locales puede resultar más económico.

Primemos el consumo local y los productos frescos, pues además tienen menos huella de carbono al ahorrarnos el transporte y la energía de la refrigeración y de los productos congelados. Si, además, las cultivamos nosotros en un pequeño huerto urbano, jardín o en el balcón de casa, entonces mejor que mejor o, por qué no, apostemos por la cosmética bio, muchas formulaciones son fáciles de hacer en casa. Todo gesto es importante, por pequeño que sea.

Uso responsable de recursos escasos

No despilfarrar comida es importante porque se nota en el bolsillo y en nuestro balance de CO2, además de ser un gesto en favor la seguridad alimentaria, y lo mismo podemos decir del agua, un recurso igualmente escaso en muchas partes del mundo. Cada gota es un tesoro que hemos de cuidar como tal.

Concienciarse al respecto es ya un gran paso. Lógicamente, esa concienciación se traduce en un menor gasto a la hora de usarla a nivel doméstico (en la ducha, lavadora, riego, etc.) y en servir de ejemplo para los más pequeños de la casa. Pensemos que si el uso del agua fuese más responsable se ahorraría agua suficiente para abastecer a muchas familias que no tienen acceso a ella. En la práctica, tan importante es controlar que no haya goteos en grifos, mangueras, etc., como preferir la ducha al baño o el riego por goteo o, pongamos por caso, la recolección de agua de lluvia, antes que un riego convencional.

Ahorrar energía en el hogar y la oficina

Los países suelen ser deficitarios en energía, y ello supone un gran esfuerzo a nivel económico. De hecho, la dependencia energética es uno de los principiales problemas de muchas economías, entre ellas la española. A nivel doméstico, el problema es también económico, pero también de uso innecesario, por lo que evitar el despilfarro debe ser nuestro objetivo.

Apagar luces que se quedan encendidas o instalar bombillas de bajo consumo son socorridos ejemplos, pero hay otras muchas maneras de reducir el consumo y, con ello, la factura de la luz, entre ellas no abusar del aire acondicionado ni de la calefacción, controlar el consumo vampiro desenchufando los electrodomésticos que no se usen o comprando modelos de alta eficiencia cuando llegue el momento de renovarlos. Intentemos hacer lo propio también en el lugar de trabajo.

Cuidar el entorno

El contacto con la Naturaleza es necesaria para el ser humano, tanto a nivel anímico como para la salud corporal. Del mismo modo que los entornos naturales nos cuidan, también nosotros hemos de cuidarlos. No se trata de reforestar zonas quemadas, aunque sería genial hacerlo.

Bastará con que no cometamos imprudencias en lugares donde, esté o no prohibido, pueda provocarse un incendio o, por ejemplo, que respetemos flora y fauna, disfrutando de los entornos naturales sin alterar los ecosistemas. Igualmente, podemos ayudar al planeta practicando un turismo sostenible.

Reducir, reutilizar y reciclar

El principio de las tres erres bien puede considerarse el primer mandamiento de la ecología. Tanto en nuestro rol de compradores como de consumidores reducir, reutilizar y reciclar es la clave del comportamiento eco-amigable. Su aplicación es infinita, y lo suyo es tener en mente la regla de las tres erres y aplicarla de forma cotidiana cuando se presente la ocasión.

Al comprar, huir del consumismo puede significar a la vez reducir, reutilizar y reciclar y, por ejeplo, al ir a tirar la basura es importante considerar si realmente es buena idea tirar ese objeto o desperdicio. Además, hemos separar los desechos, así como aprovechar de forma práctica los que pudieran tener un segundo uso, como los posos de café, las pieles de los vegetales, los juguetes viejos o, sin ir más lejos, la comida que sobra y acaba en la basura.

Transporte sostenible

Es cierto, la bicicleta es por excelencia el medio de transporte más sostenible. Nos trae y nos lleva a golpe de pedaleo, e incluso tenemos la opción de la bici eléctrica para trayectos más largos. Pero hay algo mejor que usar la bici o, al menos, igual o más sostenible. Nos referimos, lógicamente, al coche de San Fernando, ese que también nos trae y nos lleva, un ratito a pie y otro andando...

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