Cómo afecta la energía nuclear al medio ambiente y al ser humano
En algún momento u otro de su producción, cualquier fuente energética acaba por tener repercusiones en el medio ambiente. Más allá de las renovable, la energía nuclear es la única que no emite gases invernaderos, no obstante, que no los emita no significa que no afecte al medio ambiente.
Entre las ventajas de la energía nuclear encontramos que es una de las más económicas y eficientes, además, crea mucha electricidad sin enviar gases a la atmósfera. No obstante, la energía nuclear sigue siendo potencialmente muy peligrosa, tal y como ejemplifican los accidentes que se han dado en las únicas décadas.
¿Quieres saber cómo afecta la energía nuclear al medio ambiente y al ser humano? En el siguiente artículo de Ecología Verde te lo explicamos.
Energía nuclear: definición corta
La energía nuclear es la energía que hay en el núcleo de un átomo, las partículos más pequeñas en las que podemos dividir un material. En el núcleo de un átomo encontramos dos partículas distintas, los protones y los neutrones, que se mantienen unidas mediante la energía nuclear.
La tecnología nuclear es la que permite que podemos transformar esa energía nuclear en otras formas de energía. Por ejemplo, las centrales nucleares son los sitios que nos permiten transformar la energía nuclear en energía eléctrica.
¿Pero como podemos obtenemos esa energía presente en el núcleo de los átomos? Pues la realidad es que existen dos formas para hacerlo:
- Fisión nuclear: la partición del núcleo del átomo.
- Fusión nuclear: la fusión del núcleo de dos átomos distintos.
Un ejemplo es la energía que produce el Sol y que nos llega a la Tierra en forma de calor y luz, esa energía es fruto de la fusión de dos distintos átomos. No obstante, con la tecnología que tenemos nos es muy complicado reproducir esas reacciones en las centrales nucleares, por lo tanto, a día de hoy lo que se hace en las centrales es la fisión nuclear.
El caso es que cuando se da cualquiera de estas dos reacciones, tanto la fusión como la fisión, los átomos pierden algo de masa y cuando se pierde esa masa se convierte en energía calorífica, es decir, en calor. Pero a día de hoy aún no somos capaces de realizar una fusión nuclear en las centrales, por lo que todas utilizan el proceso de la fisión.
Para ello, la gran mayoría de reactores nucleares utilizan el uranio como combustible, pero no un uranio cualquiera, sino enriquecido. El proceso de enriquecido se hace para que este se vuelva más inestable, lo que hace más fácil que se divida su núcleo. El hecho de que las reservas de uranio sean limitadas y que este sea el combustible principal de las centrales hace que la energía nuclear no sea una energía renovable.
Cómo afecta la energía nuclear al medio ambiente
No es casualidad que haya tanta gente que se oponga a la energía nuclear ni que numerosos grupos ecologistas se manifiesten en contra en todo el mundo. A continuación te explicamos cómo afecta la energía nuclear al medio ambiente:
Emisiones de CO2
Cuando se habla sobre los efectos de la energía nuclear en el medio ambiente, sus defensores suelen argumentar que a diferencia de otros tipos de plantas generadoras de energía, las centrales nucleares no emiten dióxido de carbono, una de las principales causas del efecto invernadero. La realidad, es que sus emisiones de CO2 en comparación con una central térmica son mucho más reducidos, no obstante, su proceso de fabricación sí que emite dióxido de carbono, sobretodo al extraer el uranio y al llevarlo hacia las centrales.
Utilización de agua
Las centrales nucleares necesitan de enormes cantidades de agua que sirven como refrigeración para evitar que se llegue a temperaturas peligrosas. Esta agua se coge de ríos o del mar, haciendo que muchas veces, junto con el agua, entren animales marinos. Una vez se ha utilizado el agua para refrigerar, esa se devuelve a su medio, pero con una temperatura más elevada. Esto puede provocar cambios en la temperatura marina que acaben con las plantas y animales que habitan en esas aguas.
Posibles accidentes
La realidad es que los accidentes que ha habido en centrales nucleares son pocos, no obstante, cada uno de ello supone una auténtica catástrofe de enormes magnitudes, tanto humanas como ecológicas. El más claro ejemplo de uno de estos accidentes es el que se dio en Chernóbil en 1986, que sacudió toda una generación, y más cercano en el tiempo el de la central japonesa de Fukushima en el año 2011. Como hemos dicho, las posibilidades de que haya un accidente de este tipo son bajas, no obstante, debido a sus catastróficas consecuencias, todo riesgo que no sea 0 ya es demasiado. Más aún cuando hay factores que escapan de nuestro control, como el tsunami que causó el accidente de Fukushima o la posibilidad de que sean el objetivo de un atentado terrorista.
Cuando hay un accidente de este tipo en una central nuclear, los niveles de radiación que se liberan resultan mortales para cualquier planta, animal o persona que se vea expuesta. Según el nivel de intensidad de esta radiación, los efectos son mortales a corto, mediano o largo plazo, por ejemplo, causando malformaciones o tumores.
Cuando hablamos de consecuencias catastróficas no es una exageración, la magnitud de estos accidentes es tal que hasta muchas décadas después no se puede hacer un balance global. Además, no solo afecta a la zona más cercana, sino que las nubes radiactivas pueden desplazarse a miles de kilómetros por el aire o el agua.
Residuos nucleares
Pero el problema principal de la energía nuclear, más allá de los posibles accidentes -que son muy minoritarios- está en los residuos que genera, residuos inherentes a este tipo de producción. Los residuos nucleares pueden pasar miles de años antes de que empiecen a dejar de ser radiactivos, suponiendo un peligro latente para la flora y fauna del planeta. A día de hoy, se encierran en los cementerios nucleares, sellándolos y aislándonos bajo tierra o en el fondo del mar. El problema es que se trata de una solución cortoplacista y que no es definitiva, ya que el periodo de radiactividad de estos residuos es más largo que la propia vida de sus "cajas protectoras".
Cómo afecta la energía nuclear al ser humano
Cuando hay un accidente nuclear la radiación controlada de la central sale al exterior, afectando a la flora, la fauna y, evidentemente, al ser humano. La radiación, a diferencia de otras contaminaciones, no se puede oler ni ver, sin embargo, daña la salud y se mantiene durante décadas [1].
En el núcleo de los reactores nucleares podemos encontrar más de 60 sustancias radiactivas. Estas tienen mucho parecido con elementos biológicos de nuestro cuerpo, razón por la cuál se nos van acumulando y causan efectos devastadores. Algunos de estos elementos tienen ciclos de vida muy cortos, sin embargo, hay otros que pueden permanecer durante mucho tiempo.
De los más de 60 contaminantes que hemos dicho, los que afectan más a los humanos son 3: el estroncio 90, el cesio y el yodo. Dependiendo de qué tejido afecten, sus consecuencias serán unas u otras, no obstante, lo que es claro es que cuando entran en nuestro cuerpo van destruyendo las células y dañando el ADN. Así pues, la respuesta a la pregunta de cómo afecta la energía nuclear al ser humano es esta:
- Causa defectos genéticos.
- Provoca cáncer, sobretodo de tiroides, ya que esta glándula absorbe el yodo, aunque también provoca tumores cerebrales y cáncer óseo.
- Problemas en la médula ósea, que a su vez causa leucemia o anemia.
- Malformaciones fetales.
- Infertilidad.
- Debilita el sistema inmune, lo que provoca más riesgo de sufrir infecciones.
- Problemas gastrointestinales.
- Problemas mentales, sobretodo ansiedad ante la radiación.
- En concentraciones altas o prolongadas causa la muerte.
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- http://www.rtve.es/noticias/20110313/radiacion-no-se-ve-ni-se-huele-pero-efectos-duran-anos/416548.shtml