Cuál es la importancia de la ecología social

Cuando hablamos de ecología social hacemos referencia directa a Murray Bookchin, un historiador y filósofo estadounidense a quien debemos la acuñación del término. La ecología social, también denominada anarquismo verde o ecoanarquismo, es una corriente filosófica que surge de la unión del ecologismo clásico y los postulados de corriente anarquista.

Según la visión del propio Bookchin, la naturaleza se autorregula de forma autónoma y sin necesidad de la existencia de una autoridad que la rija. Del mismo modo, todos los seres vivos que la integran, establecen relaciones locales e interconectadas entre sí, lo que lleva a una visión holística (visión global en la que todo está conectado) y que define el éxito de la naturaleza y de la vida biológica en sí misma.

Continuando con la misma argumentación, cuando el ser humano establece relaciones entre sus miembros o entre el hombre y la naturaleza, este tipo de relaciones se basan en una relación de poder y autoridad. Es decir, se rompe la visión holística y de interconexión de cada una de las partes que integra el todo. En consecuencia, se destruye, no solo el equilibrio natural que permite el desarrollo exitoso de la naturaleza, sino que se pone en peligro la propia supervivencia del ser humano.

Ante esta situación de ruptura del equilibrio natural que conlleva la acción del ser humano en la naturaleza, la ecología social propone una serie de aspectos técnicos y políticos destinados a redefinir la relación hombre-naturaleza con el objetivo de restaurar el equilibrio holístico quebrantado.

Aspectos técnicos

El ser humano debe hacer uso de su inteligencia para transformar su acción civilizadora e industrial en una acción civilizadora e industrial sostenible, es decir, que la acción del hombre no conlleve la destrucción de la naturaleza. Esto se consigue mediante el desarrollo sostenible, biotecnología sostenible, arquitectura sustentable, etc.

Aspectos políticos

La ecología social redefine las estructuras políticas en las que se agrupan las comunidades humanas con el fin de minimizar el impacto que las acciones humanas tienen en los ecosistemas. De esta forma, la ecología social reniega de las estructuras clásicas de estado-nación e, incluso, del propio concepto de Estado. En su lugar propone reforzar las estructuras más localistas en lo que se conoce como municipalismo libertario.

Retomando la necesidad de reformar las estructuras sociales para proteger la naturaleza, la ecología social propone lo que se conoce como municipalismo libertario, que es un sistema de organización territorial que abandona el clásico estado-nación en favor de un modelo de comunidades humanas donde el municipio tendría la máxima autoridad a la hora de regular la vida social de los ciudadanos. Naturalmente, los municipios, deben adoptar las acciones necesarias para crear comunidades humanas que estén en equilibrio con la naturaleza.

De esta forma, se tendría una estructura social similar al de las antiguas polis griegas (ciudades autónomas) que actuarían en conjunto como una organización federal, con el objetivo final de conservar la relación hombre-naturaleza en la relación holística y de interconexión que defiende la ecología social.

La importancia de la ecología social, ecoanarquismo o anarquismo verde no viene tanto por la posibilidad o no de instaurar un modelo federalista a gran escala como por la propuesta de que, en última instancia, son las acciones a pequeña escala las que pueden suponer un cambio en la manera en que nos relacionamos con el medio ambiente. Si pensamos en ciudades individuales, municipios que tomen iniciativas ecologistas a nivel local, estaremos ante un modelo de desarrollo sostenible mucho más fácil de implementar, tanto en la práctica como en períodos cortos de tiempo, que si nos limitamos a los grandes proyectos que requieren la alineación y cooperación de los Estados y de las autoridades internacionales.

Esto no significa ni mucho menos que se deba renunciar a los objetivos más ambiciosos propuesto por las autoridades políticas más relevantes. Sin embargo, sí que constituye un ejemplo de la importancia que tiene el ciudadano de a pie y los gobiernos locales a la hora de convertir nuestro ecosistema inmediato (el entorno en el que vivimos día a día), en un lugar sostenible y en conexión con la naturaleza. Lo que se llevaría a cabo gracias a la implementación de alternativas y proyectos sostenibles que respeten el medio ambiente y recuperen el modelo holístico en el que, el ser humano, forma una parte más de la naturaleza y no un enemigo feroz de la misma en el que los intereses de uno y otra sean irreconciliables.

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