Caracoles terrestres: qué son, características y tipos

Los caracoles terrestres son animales invertebrados pulmonados que por sus características pertenecen al filo Mollusca y a la clase Gastropoda. Dentro de dicha clase, la mayoría de los caracoles terrestres se encuentran en el orden Stylommatophora que también se conocen como estilomatóforos.

Una de las características distintivas de los caracoles terrestres es que han desarrollado pulmones y han perdido sus branquias. Esto les permitió llevar a cabo la respiración aérea, una adaptación fundamental para su transición al medio terrestre.

• Perdieron sus branquias primitivas, pero su pared del manto vascularizada se ha transformado en un pulmón. El orificio de entrada y salida de aire se denomina pneumostoma.
• Presentan conchas univalvas y duras que contienen los órganos internos y les brinda protección contra la deshidratación y los depredadores.
• Algunas especies, como aquellas pertenecientes a la familia Clausiliidae, poseen una estructura calcárea llamada clausilio, que les permite cerrar la apertura de la concha protegiendo las partes blandas del mismo.
• Poseen un pie muscular plano que porta con glándulas secretoras de moco que lo ayudan a desplazarse y afianzarse sobre diferentes superficies.
• Poseen dos pares de tentáculos y los ojos se encuentran en el par posterior.
• Poseen un manto que es un doble pliegue tegumentario que recubre y le brinda protección a la masa visceral que contiene los diferentes sistemas de órganos.

• Caracol común de jardín (Cornu aspersum): es originario del continente europeo, pero ha sido introducido en diversas regiones de otros países, comportándose como invasora en cultivos agrícolas. Es muy valorado en la gastronomía mediterránea.
• Caracola terrestre (Rumina decollata): originaria del Mediterráneo y del norte de África, es una especie que es omnívora, ya que no solo se alimenta de plantas, sino que depreda caracoles de jardín, babosas y sus huevos.
• Helicella stiparum: característico por su concha blanca y sólida, sobrevive en suelos secos con vegetación xerófila en la provincia de Almería en España.
• Caracol puerta (Megalophaedusa martensi): endémico de Japón, es el representante vivo más grande de la familia Clausiliidae en el mundo.
• Caracol tigre gigante (Achatina achatina): nativo de África occidental, puede llegar a alcanzar los 18 centímetros, lo que los transforma en uno de los caracoles de mayor tamaño conocidos a nivel mundial.
• Plagiodontes rocae: endémico del sudoeste de la provincia de Buenos Aires en Argentina del conjunto montañoso conocido como “Sierra de la Ventana”.

Los caracoles terrestres encuentran su hábitat determinado por diversos factores, como la composición mineral del suelo, la humedad, las temperaturas y la elevada acidez. A pesar de que prefieren lugares húmedos y sombríos, resulta sorprendente que algunas especies desafíen estas limitaciones, habitando a grandes altitudes y en regiones aparentemente inhóspitas. Sus lugares de residencia más frecuentes están vinculados a entornos como bosques, márgenes de caminos, praderas y áreas abiertas. Asimismo, han logrado adaptarse a contextos urbanos, estableciéndose en rincones vegetados formados por restos de hojas, bajo troncos, raíces o en las depresiones del suelo.

Ciertas especies han logrado sobrevivir en ambientes xerófilos, suelos calcáreos y en suelos volcánicos. Usualmente, estas especies se ocultan bajo piedras, entre cactus marchitos o incluso entre raíces de gramíneas. Además, su capacidad de adaptación se extiende a entornos acuáticos, como en orillas de arroyos y ríos, así como a la vera de las montañas.

En resumen, la diversidad de hábitats que los caracoles terrestres han colonizado es un testimonio impresionante de su capacidad para encontrar refugio en una amplia gama de condiciones ambientales.

Si bien los hábitos alimenticios pueden variar, ya que algunas especies son omnívoras y pueden alimentarse tanto de plantas como de otros moluscos, los caracoles de tierra son generalmente herbívoros y su rádula está adaptada para que puedan alimentarse de diferentes especies vegetales durante la noche. Algunas especies como Cornu aspersum que ha sido introducida fuera de su área de distribución original, se comporta como una especie exótica invasora y suele estar asociada a cultivos productivos, generando grandes pérdidas económicas.

La estructura de la concha de los caracoles, al igual que las cubiertas de sus huevos, está compuesta principalmente por carbonato de calcio, por lo que los caracoles dependen de la disponibilidad de calcio en su dieta para desarrollar conchas resistentes y sólidas. La insuficiencia de calcio o variaciones en el nivel de pH en su hábitat pueden tener efectos perjudiciales, como la formación de conchas delgadas, grietas o incluso perforaciones en las mismas.

Los caracoles terrestres son hermafroditas y producen tanto óvulos como espermatozoides. Generalmente, hay una cópula, precedida por un complejo cortejo, con transferencia de esperma mediante la utilización de espermatóforos. En caracoles de la familia Helicidae, la vagina secreta una espícula calcárea que cuando dos caracoles se “abrazan” uno clava esta especie de dardo en el cuerpo del otro y este proceso puede estar vinculado con una forma estimulante para que un individuo actúe como macho y otro como hembra, ya que la espícula no porta con células sexuales. Luego de este complejo cortejo, se transfiere un espermatóforo del órgano sexual masculino de un individuo hacia el femenino del otro, donde se irán liberando los espermatozoides con la posterior fecundación de los óvulos.

Las especies terrestres son ovíparas y producen un bajo número de huevos que se encuentran envueltos en albúmina y con una cápsula protectora propia que sirve de fuente de calcio para la formación de la concha. Los huevos son colocados en el suelo en pequeños grupos.

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