Contaminación

Soluciones para la contaminación lumínica

 
Enrique Arriols
Por Enrique Arriols, Periodista especializado en ecología y medio ambiente. Actualizado: 16 enero 2019
Soluciones para la contaminación lumínica

La contaminación lumínica es uno de los problemas más importantes en los entornos habitados por el ser humano. Se trata de una contaminación que no deja residuos físicos pero que, alargada en el tiempo, conlleva problemas como insomnio, fatiga, ansiedad o incapacidad de concentración entre otros muchos. Esto se debe a que interfiere directamente con las horas de sueño naturales, que son las de la noche.

Además, sus efectos no se limitan solo al ser humano, sino que también afecta a los animales, tanto diurnos como nocturnos. En el caso de los primeros de forma similar a como lo hace en el ser humano, mientras que en los segundos dificulta sus biorritmos y algunas de sus actividades naturales. Si quieres saber más sobre este fenómeno y las soluciones para la contaminación lumínica leyendo EcologíaVerde y te lo contamos.

Índice

  1. Qué es la contaminación lumínica
  2. Ejemplos de contaminación lumínica
  3. Principales soluciones para la contaminación lumínica

Qué es la contaminación lumínica

La contaminación lumínica es la contaminación producida por la luz artificial. Constituye una alteración del medio ambiente durante las horas de la noche que afecta directamente a la mayoría de los ecosistemas donde tiene lugar. Además, como se trata de una contaminación que es intangible, muchas veces puede llegar a pasar desapercibida o ser infravalorada.

Sin embargo, debido a que afecta de forma directa a los seres vivos, conlleva un malestar importante que se manifiesta, sobre todo, en la incapacidad de cumplir con los biorritmos naturales de actividad-descanso propios de cada especie. De hecho, la contaminación lumínica tiene un efecto importante en las cadenas tróficas de los animales nocturnos, ya que afecta directamente a la capacidad de caza y, por lo tanto de alimentarse.

No obstante, sus efectos se pueden notar más allá de los seres vivos, por ejemplo, en la imposibilidad de ver el cielo nocturno, ya que la contaminación lumínica impide la visión de las estrellas y de la mayoría de los demás fenómenos celestes durante la noche. Sobrecargar el cielo de luz artificial crea una sensación de “falso día” en forma de cielo anaranjado.

Ejemplos de contaminación lumínica

Como es lógico, la contaminación lumínica se localiza principalmente en los núcleos urbanos y en las vías iluminadas, ya que son los espacios donde la presencia humana es mayor y, en consecuencia, también la iluminación artificial.

Algunos ejemplos de causantes de contaminación lumínica que encontramos en ciudades y núcleos urbanos son:

  • Iluminación pública.
  • Tráfico de vehículos.
  • Los paneles de publicidad.
  • Los carteles de neón.
  • Las luces de las ventanas.

Por otro lado, esta contaminación es mínima o inexistente en zonas despobladas. Esta es la razón por la cual cuando estamos en el bosque o en algún sitio alejado podemos observar una gran cantidad de estrellas y astros, algo que resulta imposible en una ciudad.

Soluciones para la contaminación lumínica - Ejemplos de contaminación lumínica

Principales soluciones para la contaminación lumínica

En realidad, las soluciones son bastante amplias y, hasta cierto punto, sencillas de llevar a cabo. Sin embargo, para ello hace falta voluntad por parte de las instituciones y concienciación social para que la ciudadanía sea consciente de este problema y de los importantes efectos que tiene tanto en la salud humana como en los diferentes ecosistemas a los que afecta. Algunas de las soluciones para la contaminación lumínica son:

Orientar bien los puntos de iluminación

Uno de los problemas principales por los que surge la contaminación lumínica es que las farolas y demás puntos de iluminación no están bien orientadas. Un punto de luz bien orientado es aquel que dirige la luz únicamente a la superficie que se quiere iluminar (generalmente el suelo), sin que ello permita que una parte de la luz generada se disipe en otras direcciones y, muy especialmente, en dirección vertical hacia el cielo.

Utilizar sensores de movimiento

Uno de los problemas que lleva a que la contaminación lumínica esté tan extendida es que, la mayoría de las bombillas, funcionan de manera continuada independientemente de que estén alumbrando a alguien, lo que además conlleva un derroche energético completamente innecesario. Para solucionarlo, basta con instalar sensores de movimiento que se enciendan de forma acorde a las necesidades de cada situación. De esta forma, las farolas solo se encenderían cuando hubiera viandantes, reduciendo de forma considerable la contaminación lumínica en los núcleos urbanos a la vez que la factura de los Ayuntamientos.

Usar lámparas poco contaminantes

Existen diferentes tipos de forma de iluminar, tanto desde una perspectiva de eficiencia energética como de tonalidad de luz. Optando por las lámparas más eficientes y menos contaminantes se reduce la contaminación lumínica nocturna.

Iluminar solo lo imprescindible

Uno de los elementos más importantes a la hora de reducir la contaminación lumínica (especialmente en los núcleos urbanos) pasa por centrar los esfuerzos en iluminar exclusivamente los pavimentos por los que circulan tanto las personas como los vehículos. De esta forma, quedarían fuera de esta iluminación necesaria las iluminaciones ornamentales, iluminaciones de edificios vacíos, iluminación monumental o publicitaria, etc.

Prohibir luces proyectadas al cielo

Los cañones de luz, láseres y otras luces proyectadas al cielo se tratan de un tipo de luz que genera una contaminación lumínica muy elevada. Su uso es completamente prescindible, ya que por lo general tiene una función meramente recreativa. La autoridad local tiene competencia para regular el uso de este tipo de iluminación, por lo que son los Ayuntamientos quienes tiene la capacidad de evitar esta fuente de contaminación lumínica tan extendida en algunos lugares.

Apagar las luces cuando no las estemos usando

Parece algo muy sencillo y de sobra sabido por todos. Sin embargo, gracias al uso de bombillas LED (que reducen el consumo y el coste de la energía de forma considerable) mucha gente se ha acostumbrado a dejar las luces encendidas cuando no están alumbrando a nadie. Esto es un error. El uso de bombillas LED es una manera magnífica de reducir el consumo energético, pero no se debe caer en el error de despilfarrar la energía bajo la excusa de que sea barata. Este tipo de acciones conllevan un gasto energético prescindible y, además, genera una contaminación lumínica que, sin ser tan elevada como la de las vías públicas, tiene un impacto considerable cuando se suma a esta.

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