Fósil viviente: qué es y ejemplos

El término “fósil viviente” puede sonar contradictorio al principio. Después de todo, un fósil suele ser algo que está muerto y petrificado, mientras que “viviente” sugiere que está vivo. Sin embargo, esta expresión es utilizada por los científicos para referirse a ciertas especies que han cambiado muy poco a lo largo de millones de años y que siguen existiendo en la actualidad, prácticamente con la misma forma que tenían cuando aparecieron por primera vez en el registro fósil.

En otras palabras, un fósil viviente es una especie que ha sobrevivido a grandes extinciones, cataclismos, cambios climáticos y al paso del tiempo, conservando muchas de las características primitivas que tenían sus antepasados. Son, en cierto modo, ventanas vivas al pasado de la Tierra.

Entre sus características principales encontramos las siguientes:

Escasa evolución morfológica

Una de las principales características de los fósiles vivientes es que han experimentado muy pocos cambios a nivel físico y estructural. Esto no significa que no hayan evolucionado en absoluto, pero sí que su morfología ha permanecido relativamente estable durante millones de años. Su forma actual es muy similar a la que tenían sus antecesores prehistóricos, lo cual puede comprobarse al comparar ejemplares vivos con restos fósiles antiguos.

Gran antigüedad en el registro fósil

Estas especies aparecen en el registro fósil desde épocas muy antiguas. Algunas de ellas existen desde antes de que los dinosaurios caminaran por la Tierra.

Supervivencia en nichos ecológicos estables

Muchas de estas especies han logrado sobrevivir gracias a que habitan entornos que no han cambiado demasiado a lo largo del tiempo, como las profundidades marinas, selvas aisladas o zonas con poca actividad humana. Esta estabilidad ambiental ha permitido que no necesiten grandes adaptaciones para seguir existiendo.

Diversidad genética limitada

A menudo, los fósiles vivientes presentan poca diversidad genética comparado con otras especies más evolucionadas. Por ello, son más vulnerables a enfermedades, cambios en el ecosistema o la actividad humana.

Falta de parientes cercanos vivos

Muchas veces, los fósiles vivientes pertenecen a linajes muy antiguos que han perdido a la mayoría de sus parientes evolutivos. Es decir, son los únicos representantes actuales de grupos biológicos que fueron mucho más diversos en el pasado.

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El celacanto es, sin duda, uno de los casos más famosos cuando se habla de pez fósil viviente. Se pensaba extinto desde hace unos 65 millones de años, hasta que en 1938 un ejemplar fue capturado por pescadores en aguas profundas cerca de Sudáfrica.

Este animal prehistórico pertenece al grupo de los sarcopterigios, peces de aletas lobuladas que están más emparentados con los primeros vertebrados terrestres que con los peces modernos. Su cuerpo robusto, su forma de nadar y su estructura ósea han cambiado muy poco desde hace cientos de millones de años, lo que lo convierte en un verdadero fósil viviente marino.

Gracias a su antigüedad y estabilidad evolutiva, muchos lo consideran el fósil viviente más antiguo conocido aún con vida, aunque otros organismos podrían disputarle ese título dependiendo del criterio utilizado (tiempo de aparición, cambios morfológicos, etc.).

Los dipnoos, también conocidos como peces pulmonados, son otro gran ejemplo de pez fósil viviente. Estos peces tienen una característica excepcional: además de branquias, tienen pulmones que les permiten respirar aire atmosférico, una adaptación clave que les permitió sobrevivir en ambientes con poco oxígeno.

Existen actualmente solo tres géneros de dipnoos: uno en África, uno en Sudamérica y otro en Australia. Su linaje se remonta a más de 400 millones de años, lo que los convierte en uno de los grupos más antiguos de vertebrados que aún existen.

El pez con pulmones denominado fósil viviente representa una transición evolutiva entre la vida acuática y terrestre, y su estudio ha sido esencial para entender cómo los vertebrados colonizaron la tierra firme. Su capacidad de sobrevivir enterrado en el barro durante estaciones secas, respirando aire directamente, demuestra su resistencia y su especialización única en la evolución.

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Aunque se le llame “cangrejo”, en realidad está más emparentado con los arácnidos (con arácnidos como las arañas y escorpiones) que con los cangrejos modernos. Su cuerpo acorazado en forma de herradura ha cambiado muy poco en más de 450 millones de años, lo que lo convierte en uno de los fósiles vivientes más antiguos del reino animal.

Este fósil viviente marino habita en zonas costeras poco profundas y juega un papel ecológico muy importante, además de tener un valor científico y médico considerable. Su sangre, de color azul debido a la presencia de cobre, es extremadamente sensible a las toxinas bacterianas, y se usa en la industria farmacéutica para probar la esterilidad de medicamentos y vacunas.

El cangrejo herradura es un fósil viviente ha sobrevivido a múltiples extinciones masivas, conservando sus estructuras primitivas como su cola larga (telson), sus múltiples ojos y su sistema de reproducción ancestral. Su sola existencia nos recuerda lo resistentes que pueden ser ciertas formas de vida, incluso cuando el planeta cambia radicalmente a su alrededor.

El tiburón elefante o peregrino, también conocido como Cetorhinus maximus, es el segundo tiburón más grande del mundo, solo superado por el tiburón ballena. Este gigantesco pez, que puede superar los 10 metros de longitud, es considerado un auténtico fósil viviente marino debido a su antigüedad evolutiva y a sus características primitivas que han cambiado muy poco con el paso del tiempo.

A pesar de su aspecto imponente, el tiburón peregrino es un fósil viviente que no representa ningún peligro para los humanos, ya que se alimenta principalmente de plancton, filtrando el agua a través de sus enormes fauces mientras nada con la boca abierta. Su presencia se remonta a más de 100 millones de años, y se cree que su linaje se originó incluso antes.

Este animal fósil viviente representa un caso interesante: un depredador ancestral adaptado a un estilo de vida pacífico y especializado. Su lento metabolismo, su comportamiento migratorio y su forma corporal lo han mantenido prácticamente sin cambios desde la era de los dinosaurios, lo que lo convierte en una especie clave para entender la evolución de los grandes peces cartilaginosos.

El ginkgo biloba es una especie única en el mundo vegetal. No solo es una planta fósil viviente, sino también la única sobreviviente de un linaje que floreció hace más de 270 millones de años. Su forma de hoja en abanico es fácilmente reconocible y prácticamente idéntica a la de los fósiles hallados en formaciones geológicas antiguas.

Originario de China, este árbol ha sobrevivido a glaciaciones, erupciones volcánicas y hasta bombas atómicas, como las que cayeron en Hiroshima, donde algunos ejemplares siguieron creciendo pese a la devastación. Su increíble resistencia ha hecho que se cultive en muchas ciudades del mundo como símbolo de longevidad y fortaleza.

Como fósil viviente más antiguo entre las plantas modernas con semilla, el ginkgo ha sido objeto de numerosos estudios botánicos y genéticos. Su longevidad (puede vivir más de mil años) y su capacidad para resistir enfermedades y contaminantes urbanos lo hacen un verdadero testimonio viviente del pasado prehistórico del planeta.

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